Ya no quedan calas desiertas para perderse. Ninguna. Ni siquiera aquellas a las que sólo se puede acceder a pie o en barco.
Algunas agencias te prometen la utopía de una playa tranquila. Que no te engañen, tranquila no quiere decir solitaria.
Desde que el virus del turismo anidó entre nosotros no hay lugar del planeta, y menos en la costa, libre de la marabunta que suponen los viajeros foráneos.
Sólo en algún lugar bien escondido, en pleno invierno, podrás encontrar la increíble sensación de encontrarte, a solas, con el mar. Si es en verano… ni lo intentes.
Algunas agencias te prometen la utopía de una playa tranquila. Que no te engañen, tranquila no quiere decir solitaria.
Desde que el virus del turismo anidó entre nosotros no hay lugar del planeta, y menos en la costa, libre de la marabunta que suponen los viajeros foráneos.
Sólo en algún lugar bien escondido, en pleno invierno, podrás encontrar la increíble sensación de encontrarte, a solas, con el mar. Si es en verano… ni lo intentes.
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